domingo, 15 de abril de 2012

LA PRIMERA MEDIA HORA




Ya hace tiempo que decidí ir a trabajar limpio por fuera pero también por dentro. Un par de apretujones inesperados me hizo cambiar de hábito y asearme de forma periódica cada mañana. Sobre todo internamente. No me costó mucho. Y ahora se me hace difícil cambiar el hábito. De hecho la primera media hora de cada día es una repetición de la del día anterior. Y una copia de la que será al día siguiente. Tan grande se ha hecho la costumbre que incluso en festivos o épocas vacacionales, el habito se repite mecanicamente. No hay cambios y no los deseo. Así me va bien desde hace mucho tiempo. Además , acostumbrado a la tranquilidad e intimidad que ofrece mi propio sillón real , me cuesta sentar mis posaderas y relajarme en cualquier otro lugar que no sea el propio. Dejo dicho que igual que no me siento en tronos ajenos no me gusta que se sienten en el mio. Animal de costumbres. Solo momentos inesperados, mejor dicho, desesperados, alteran este mandamiento. Mi capacidad para resistir esa lucha interna es digna de mi apodo. Puedo esperar hasta el ocaso, si desde el alba y por razones inexplicables, la primera hora no fue como la del día anterior. Pero resistiré si con ello logro hallar la paz interna sentado en el lugar adecuado. Mi trono. Mi propio trono.


El caso es que hace unos días, tuve uno de esos llamados, revueltos. La primera media hora fue la habitual, pero a medida que avanzaba la mañana , mi estomago decidió saltarse todas las normas establecidas y funcionar por su cuenta. Hasta tal punto me sentí agobiado que hice uso, creo que por segunda vez en veintisiete años, de los servicios que para tales menesteres nos ofrece quien nos paga. Pero fue para nada. Porque ¿ quien puede cagar a gusto y dejar ir el cuerpo a su aire, con una simple portezuela de cartón que apenas tapa desde las rodillas a la cabeza? ¿Donde está la intimidad necesaria para que tu retorcido cuerpo deje ir todo aquello que por

cuestiones desconocidas ese día no desea mantener? Es mas , "todo eso" no quiere salir de forma discreta. No, ni mucho menos. Requiere de tu máximo esfuerzo, de apretar los dientes, y a la vez de relajación total de aquellas partes de tu cuerpo que no siempre puedes controlar. Que rugen. Protestan. Es como si dijeran; "Está bien , saldré pero se va a enterar todo el mundo" Y claro, si al mismo tiempo fuerzas un músculo y relajas otro, el resultado es imprevisible. Esos lavabos , esos servicios, no están diseñados para esos complicados momentos. No tienen paz. No te puedes concentrar. Al otro lado de la portezuela, pueden aparecer inesperadamente desde un buen compañero, a uno malo, a dos contándose secretos o ya en el colmo de las incomodidades, la mismísima señora de la limpieza con todo su carrito de herramientas preparadas para mantener el lugar en higiénicas condiciones. Condiciones que tu estas destrozando. Y tu allí. Sentado. Incomodo. Incomodisimo.Con los dientes apretados. Y rogando que el silencio sea tu aliado. Apretando lo que hacia un momento tenias relajado y relajando lo que estaba a tope de tensión. Más atento al momento idóneo para salir sin que nadie se de cuenta, que al motivo por el que habías entrado. En fin. Un desastre. Además, como la cosa no ha funcionado bien, al cabo de un rato, el cuerpo te obliga a intentarlo de nuevo, Como si algo hubiera cambiado durante ese corto periodo de tiempo. Para nada. Baste decir que en la segunda visita, la señora del carrito seguía allí. Motivo más que suficiente para ni siquiera entrar. ¿ Es que esa mujer no tiene otro sitio donde dejar sus trastos? ¡¡Por Cromm!!


Finalmente y agotadas todas tus fuerzas, acabas pidiendo permiso para marcharte antes y llegar a casa , saltar directamente al trono, y entonces si, entonces sueltas a la bestia. Las veces que haga falta. Pero en casa. En la intimidad. Solo para los tuyos. Como debe ser.



A mi me parece, que las extrañas agujetas que tuve al día siguiente, fueron una mezcla de la tensión y a la vez relajación a que sometí a determinados músculos. Falta de costumbre imagino.



Saludos bárbaros.


PD1: Por cierto , ¿ nos os pasa que cuando estas muy apretado, pero que muy apretado, tal y como te vas acercando al lugar de evacuación parece que no vayas a ser capaz de soportar la tensión? A mi me ha pasado varias veces que he llegado justo al límite. Ni diez segundo más hubiera podido retener. ¿No?


PD2: Tenia más imagenes pero me he contenido. Es que el tema es pa cagarse.

1 comentario:

littlefish dijo...

y qué me dices de la bonita y moderna cuestión de que los servicios sean mixtos...?